ACTIVIDADES / ELLAS BAILAN SOLAS
EXPOSICIÓN
ELLAS BAILAN SOLAS


DEL 15 DE ABRIL AL 16 DE MAYO DE 2014
INAUGURACIÓN: 15/04 - 19.00h
SEDE FLORIDA 943

ARTISTAS:
ANNA-LISA MARJAK (Buenos Aires Argentina)
FABIANA BARREDA (Buenos Aires, Argentina)
KAROL BERGERET (Barcelona, España)
PILAR ALBARRACÍN (Sevilla, España)
VERÓNICA MELONI (Córdoba, Argentina)

CONCEPTO: CRISTINA CIVALE
CON LA COLABORACIÓN DE 
FUNDACIÓN JAQUE AL ARTE

ELLAS BAILAN SOLAS

Mejor: Ellas bailan. El nombre de esta muestra se refiere a las distintas coreografías con que las artistas participantes organizan su imaginario y, por carácter transitivo, el corpus de su obra, parte del cual -en su expresión más reciente- forma parte de esta exhibición.
Hay dos puntos a destacar: el asunto del "baile", la mencionada coreografía, y la soledad a la que alude el nombre que suena a un viejo tema de Sting.
En el caso de la andaluza Albarracín, la coreografía en su acepción más literal, es lo que da cuerpo a su obra donde cada vez aparece ella misma en una serie de videos que enfrentan la quietud de una España que aún vive los resabios del franquismo y pauta una visión encorsetada del mundo de las mujeres y el de los hábitos castradores de un país que ya fue pero que no termina de ser así... En las danzas creadas por Albarracín, una mujer arma un baile que cada vez termina en jaleo.
Por su parte, las mujeres solas de Marjak, en una espera que parece eterna, necesitan del otro para que la espera cobre sentido. Las negociaciones de Meloni sólo pueden existir si hay con quien negociar. Los cuerpos tatuados con música de Barreda cantan y se perciben cuando son escuchados y palpitados más allá de los oídos de ese cuerpo. La obra de Bergeret exige de un séquito que ella convoca para convertirse en lo que es: intervención urbana. Si no hay otrxs, ella lxs arrastre y en ese arrastre obligado de Bergeret, se podría sintetizar la metáfora de las coreografías de todas estas mujeres que eligen los movimientos de sus piezas en el coqueteo -de cualquier tipo- con ese otro, ese ajeno. Ya sea presente hasta el agobio o ausente hasta la sordidez.
Ninguna de ellas está sola. El nombre de la muestra es una provocación y un juego.
Todas y cada una están perseguidas, cortejadas, a la espera del otrx o en lucha con ese el/ella.
Si en el campo de la obra se descubren algunas de estas acciones, cuando no se muestran en su evidencia, se intuyen -sin dudas- fuera de campo.
Meloni convoca a negociar. Para que su obra exista no necesita de la soledad, la soledad es fracaso, como lo es en el caso de todas estas mujeres artistas que necesitan la afrenta o la alianza de lo ajeno para dar sentido a sus producciones artísticas.
Ellas bailan solas cantaba Sting en los 80s en homenaje a las Madres de Plaza de Mayo y aún entonces, desde sus mejores intenciones, se equivocaba. Las madres no bailaban solas. De a gotas fue llegando la compañía que luego se convirtió en caudal.
Y tampoco ocurre la soledad en el arte donde lo otro o lo ajeno, forma parte de un imaginario que exige una multitud aunque se perciba una mujer parada, sola (¿sola?) en la puerta de un hotel, en el interior de un coche, en el tatuaje de un brazo, en la danza donde el cuerpo sangra por un daño autoinfligido y aún si no hay nadie -hipótesis imposible- en la danza estamos nosotrxs, lxs que miramos, lxs que completamos como podemos el sentido de sus diversos relatos. Ellas bailan solas. Eso quisieran algunos. Ellas bailan con todxs nosotrxs y punto. Ellas bailan, precisamente, para no estar solas. La soledad no es estigma ni marca de género; si quizá la danza en su sentido más amplio: en la de buscar el par de ojos que se apropien de la falsa soledad y la entibie con su necesaria compañía. Mirada fatal. Cristina Civale


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