Sitio web CCEBA 2010-2014

En el año en el que se cumplen dos décadas de la desaparición de Daniel Moyano, Editorial Fundación Ross y Tropo Editores reivindican la figura del escritor argentino con la edición de una de sus novelas más emblemáticas, EL TRINO DEL DIABLO Y OTRAS MODULACIONES, con prólogo de Mario Benedetti.

Daniel Moyano - como Beatriz Guido, como Humberto Constantini, Héctor Tizón y Juan José Hernández entre otros - fue parte de la así llamada Generación del 55. Atravesados por la dictadura militar, el exilio, la tortura (y en muchos casos la muerte), la prohibición, y por último, el olvido - mismo olvido al que fue condenada su literatura - la recuperación de su obra es un trabajo por realizar.
Las pequeñas y medianas editoriales han comenzado en los últimos años esta tarea. Tal es el caso de Adriana Hidalgo, con las obras completas de Antonio di Benedetto, o Vea, que hace un par de años realizó una reedición de De dioses, hombrecitos y policías de Humberto Constantini.
Pero el rescate de estos autores va más allá del campo local y trasciende las mezquindades del nacionalismo: las editoriales españolas también secundan la tarea. No se trata de una estrategia global, claro está, sino de decisiones que vienen impulsadas por la calidad literaria de los autores y su lugar preponderante en todo el mundo de habla castellana.
Este es el caso de El trino del diablo y otras modulaciones, de Daniel Moyano, que Tropo Editores (Zaragoza, España) editó junto a Editorial Fundación Ross (Rosario, Argentina). La novela, con prólogo de Mario Benedetti (y originalmente de Augusto Roa Bastos), ha sido considerada por numerosos críticos una de las mejores obras latinoamericanas de las últimas décadas.

DANIEL MOYANO (Buenos Aires, 1930-Madrid 1992), publicó entre otros los libros Artistas de variedades, Una luz muy lejana, El oscuro, Tres golpes de timbal o El vuelo del tigre, destacando en la utilización magistral de la técnica del cuento. "Al cuento hay que tocarlo en un buen violín y bien tocado", solía decirle a sus alumnos de taller en Cádiz, donde se exilió en 1976.
Potente, modesta, increíblemente humana y llena de sentido, la obra de Daniel Moyano es un territorio a descubrir por varios editores y muchos lectores. Sus historias nunca se perdieron: solo nos habían estado esperando.