FÉLIX MANUEL LORA expondrá cuál es la realidad del cine dominicano desde las perspectivas de sus discursos y la realidad industrial en que se está desarrollando a partir de la Ley para el Fomento de la Actividad Cinematográfica en la República Dominicana (Ley 108-10), promovida por el Ministerio de Cultura, la que está iniciando un camino de una cinematografía que siempre buscará la mejor excusa para continuar con temas atractivos y explotarlo de la mejor manera posible. La charla está dirigida a público general cuyo interés se centre en conocer del cine dominicano.
CINE DOMINICANO. MIRANDO HACIA EL MUNDO DESDE UNA VENTANA CARIBEÑAPor
FÉLIX MANUEL LORANo es de dudar que el cine dominicano, después de estar prácticamente en un anonimato insular, es hoy una filmografía vibrante que ha querido llamar la atención frente a las demás cinematografías del continente.
República Dominicana, un país colocado en el mismo trayecto del sol,-como señalara el poeta dominicano Pedro Mir-, ha tenido un particular desarrollo en su filmografía que podemos afirmar que "la nuestra", se debe analizar con otras medidas y nuevas nomenclaturas para poder entender los desafíos que ha tenido que enfrentar.
Desde aquel atrevimiento de Francisco Arturo Palau realizado en 1923 con "La leyenda de Nuestra Señora de la Altagracia", podemos afirmar que el interés del dominicano por fijar una estructura cinematográfica no es nuevo.
Aunque muchos han sido los obstáculos y vientos en contra que varios realizadores criollos han tenido que sortear para realizar ese sueño de celuloide lleno de esperanza y valor. No obstante, se ha podido construir un cine que, con sus carencias propias, ha tratado de reflejar el imaginario colectivo del dominicano con sus virtudes y defectos.
Hablar de "Perico Ripiao" (2003), tercer largometraje de Ángel Muñiz, es ver a un realizador maduro que asumió los mismos riesgos que en las producciones anteriores, pero con el conocimiento de que podía dominar los resortes de las necesidades temáticas del público dominicano.
El peso de este relato consigue transitar montado sobre tres buenas interpretaciones (Raymond Pozo, Phillip Rodríguez y Manolo Ozuna) que sobrepasan los límites del riesgo y se transforman en tres actores capaces de mostrar toda la idiosincrasia dominicana.
Con "Ladrones a domicilio" (2008), Muñiz retoma el discurso de denuncia social sobre el mal de la corrupción gubernamental y lo plasma en un filme valiente que no deja dudas de su indignación por los trastornos que afectan a la sociedad dominicana.
Alfonso Rodríguez adosándose a esta línea, toma una narrativa coherente con su tercera película donde ofrece un mejor panorama para definir una constante en el cine dominicano. Así demuestra con "Yuniol (2)" (2007) la oportunidad de trabajar la crítica social a través de la vida de dos jóvenes que viven en diferentes posiciones sociales, pero que las circunstancias de la vida los colocan en un mismo plano.
En cambio, "Trópico de sangre" (2010) del periodista e investigador Juan Deláncer se aproxima a auscultar la historia de las heroínas dominicanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, quienes se enfrentaron al régimen dictatorial del tirano Rafael Leonidas, dictadura que duró 31 años gobernando al país. El filme es contado a través de pinceladas históricas y contextuales, tratando de narrar los sucesos más importantes acontecidos durante la vida de ellas y su participación en los procesos de libertad.
Saltando de lo histórico a la comedia, el realizador Archie López logra uno de los hits taquilleros de año con "Lotoman" (2011), el cual une los talentos de Raymond Pozo y Miguel Céspedes con sus personajes de Modesto y Manuel, amigos desde la infancia provenientes de familias humildes que luchan por sobrevivir a las carencias económicas y que un día la vida les cambia para siempre al ser ganadores de un premio de lotería. Las cifras alcanzadas por el filme fueron de 667,000 espectadores, colocándolo como la segunda cinta más taquillera del cine dominicano de todos los tiempos, por debajo solo de "Perico Ripiao".
Una nueva credencial en el cinema criollo es el aportado por el joven José María Cabral y su primer largometraje para la pantalla titulado "Jaque Mate" (2012), un thriller que pone en evidencia una somera capacidad dentro del género para argumentar en su discurso la creciente ola de morbosidad que acapara a los medios de comunicación.
Junto a estos filmes viene una dominicana que aporta, quizás, una de las realizaciones cinematográficas más importantes de los últimos diez años.
Laura Amelia Guzmán, con "Jean Gentil" (2011), marca una nueva ruta en el cinema dominicano. Realizada junto a su compañero Israel Cárdenas, este filme aparece en un momento crucial en nuestra evolución cinematográfica que, apartándose de la comercialidad simplista que han caracterizado a muchas películas dominicanas, muestra un discurso que promueve una aproximación a nuestras raíces y a la expresión social de dominicanos y haitianos que compartimos una misma isla.
Con "La soga" (2009), aunque venida del litoral extranjero por la dirección del norteamericano Josh Crook, pero protagonizada por el actor dominicano Manny Pérez, se consigue continuar con la denuncia social ya practicada por otros filmes, pero con un detalle funcional del aspecto de un personaje que busca la redención después de ser un sicario al servicio de los grupos de inteligencias del EstadO.
Evidentemente, hay un cine dominicano que no duda en convertirse en un producto existencial y vivencial que, gracias a la Ley para el Fomento de la Actividad Cinematográfica en la República Dominicana (Ley 108-10), promovida por el Ministerio de Cultura, se iniciará un camino de una cinematografía que siempre buscará la mejor excusa para continuar con temas atractivos y explotarlo de la mejor manera posible.
La creación de la Dirección Nacional de Cine (DINAC) (hoy Dirección General de Cine), generó una nueva dinámica reformadora que intenta democratizar aun más la función de la cultura. Al conformarse como un organismo rector de todas las iniciativas nacionales de desarrollo del cine y el video, con carácter permanente, otorga en sí una garantía de crecimiento individual y colectivo a través del establecimiento de políticas y reglas claras que en definitiva impulsarán la industria del cine en el país.
Asimismo, la redacción de la Ley de Incentivo a la Industria Cinematográfica, a cargo de la Comisión Nacional de Cine, otorgó definitivamente de la base esencial para desarrollarnos como una industria fílmica verdadera y no como un sueño que apenas lográbamos alcanzar.
Hoy el Viceministerio de Asuntos Cinematográficos también ejerce una función de gestión de velar por el desarrollo de lo que hoy se ha establecido a través de la Ley de Cine y uniendo esfuerzos de cooperación con otras instituciones similares en toda Iberoamérica.
La realidad del mercado interno dominicano no es suficiente para financiar y garantizar la recuperación de los costos de una película, lo cual impone por el momento dos caminos: mover el cine con realizaciones menos pretensiosas o buscar a la larga la producción de películas que tengan también un mercado exterior. Apenas existen un poco más de 30,000 butacas como oferta permanente en todo el territorio nacional, de las 30 provincias sólo cinco poseen la infraestructura de exhibición y para ver el retorno de la inversión de una película local su presupuesto no debe pasar de los 500,000 mil dólares y tener una asistencia mínima de 400,000 espectadores.
Reconocemos que en la sociedad occidental contemporánea la llamada "cultura audiovisual", es un rasgo íntimamente ligado a la presencia de los medios de comunicación masiva y sus lenguajes. Al analizar nuestras sociedades no podemos evitar referirnos a los elementos tecnológicos y los procesos de comunicación masiva, que van irremediablemente transformando nuestro hábitat socio-cultural. Ahora el mercado audiovisual tiene que verse más allá del cine, tiene que diversificarse hacia la televisión, el Internet, el celular y en todos los contenidos audiovisuales para producir películas y productos para todos esos medios.
El avance del campo audiovisual en República Dominicana ha estado siempre sometido a las convencionalidades de las estructuras económicas, y han sido ciertos sectores de los grupos económicos poderosos que han promovido e importado las nuevas tecnologías que posteriormente son utilizadas en los distintos medios de comunicación con un carácter más de poder mediático-comercial que de convencimiento del aporte educativo y cultural.
Esta visión, de los que poseen la capacidad para la inversión en este ramo, ha sido lo que redujo el beneficio hacia la colectividad que, a pesar de la existencia de algunas instituciones que tratan de lograr un proceso más democrático, la misma ha quedado rezagada en cuanto a su uso y participación.
Este país caribeño tiene los recursos naturales y con un plan de formación técnica, rápidamente se podrá proyectar como un destino importante para producciones de cine internacional de gran envergadura. Pero todo esto conlleva crear reglas justas y necesarias para formar la plataforma industrial que permita avanzar en el proyecto.
República Dominicana, a diferencia de otros países que por su condición de trabajo permanente y apoyo estatal han sellado sus símbolos en una estructura narrativa y visual, todavía persigue recomponer su propio rostro latinoamericano, pero siempre sabrá que será mejor intentar crear una identidad antropológico-fílmico antes que quedarse invisibles ante el panorama mundial cinematográfico.
FÉLIX MANUEL LORA es licenciado en Comunicación Social, profesor del Departamento de Comunicación de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Es autor del libro Encuadre de una identidad audiovisual y del documental Un rollo en la arena (2005), ambos sobre la historia del audiovisual dominicano. Ha impartido varios talleres de apreciación cinematográfica y dictado conferencias sobre cine dominicano tanto en el país como en el extranjero. También ocupa el cargo de Coordinador General de Programas Educativos de Cine del Ministerio de Cultura.